jueves, septiembre 22, 2005

La realidad supera a la ficción

Lo hizo hace ya tiempo. Normal, porque la realidad avanza a una velocidad de vértigo y la ficción no tanto, al nutrirse de la imaginación humana, que últimamente escasea un poco.

La realidad adelantó a la ficción a toda pastilla, por la derecha y sin intermitente. Debió ocurrir justo en el momento en que las mujeres empezaron a inyectarse silicona indiscriminadamente antes de posar para la revista o la película de turno. Curiosamente, ahora que dichas inyecciones pueden pagarse en cómodos plazos mensuales, ya no hacen falta porque todo se retoca. Luego vienen los psicólogos a explicarnos que tenemos una imagen distorsionada de nosotros mismos, y que por eso nos entregamos a la anorexia, la bulimia y la dieta de alcachofa salvaje. O a matarnos en un gimnasio mientras engullimos comida para perros.

La realidad está en permanente reforma por parte de la televisión y la prensa. ¿Cómo puede la pobre ficción mantener el ritmo impuesto por semejante máquina propagandística? Y más teniendo en cuenta que sólo anda pasito a paso, con ideas individuales de aquí y allá. La realidad, por el contrario, es el producto de miles de millones de mentes desequilibrándose simultáneamente. Cuando el genio colectivo cruza su camino con el de la ficción, surgen las más pintorescas y peregrinas leyendas urbanas: cocodrilos en las alcantarillas, refrescos espermicidas, perros golosos, chocolatinas afrodisíacas...

El futuro nos alcanzó y nos superó, haciéndonos viejos. O peor: obsoletos. La ficción imaginó coches voladores y ciudades art decó. La realidad nos ha traído Internet, drogas de diseño, energía nuclear y cine para idiotas.

Nos implantamos pelos y dientes, nos estiramos la piel, nos bronceamos o teñimos para ser más hermosos, nos alimentamos de proteínas procedentes de granjas de lombrices para cultivar músculo, sonreímos espásticamente, nos volvemos alérgicos al algodón, tragamos la mierda que sale del televisor sin pararnos a saborearla, usamos Internet para intercambiar pornografía con un coreano en tiempo real, hablamos solos por la calle con otra persona de otra ciudad...

¿Quién necesita la ficción teniendo esta realidad?

Comentarios:
A veces me sorprendo leyendo palabras de las cuales no conozco su significado, leáse espásticamente, y a veces dudo de que las personas que las utilizan tal vez lo conozcan.
He leído recientemente en la Muy Interesante que a veces tendemos a utilizar palabras o expresiones de las que presumimos un significado que no se corresponde con la realidad.
No digo que espásticamente no quiera significar lo que has dicho, pero por favor no utilicemos palabras que resulten tan pedantes.
 
Estimado anónimo: no es mi caso. Suelo revisar lo que escribo (aunque claro, no soy perfecto y algún gazapo se me escapará) y en este caso concreto acudí al DRAE para verificar que recordaba correctamente el significado del palabro en cuestión.

De todas formas, gracias por la preocupación. Y de regalo, un consejo: evita el Muy Interesante.
 
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