martes, noviembre 15, 2005
El mercado inmobiliario apesta
Vais a permitidme que hoy que estoy particularmente vago y aburrido os hable de trabajo. Creo que todos sabéis ya a qué me dedico.
Quien todavía no lo tiene muy claro soy yo. Algunas cosas a las que no me acostumbro:
Estas reflexiones vespertinas terminan por darme sed, así que cojo el teléfono y marco su extensión:
―Carla, ¿podrías traerme un Vivalto de la Nespresso?
―Mira, Suso: que te folle un pez ―y cuelga de mala manera.
―Pues más o menos ―murmuro para mí.
Quien todavía no lo tiene muy claro soy yo. Algunas cosas a las que no me acostumbro:
- Las casas sólo vienen en tres calidades: de lujo (de la media para abajo), exclusiva (de la media para arriba) y privilegiada/representativa. Como casi en todo, el lenguaje es lo que cuenta, porque si pides 3.000€/m² por un piso de calidad media-baja nadie va a estar dispuesto a pagarlos, pero si el piso tiene calidades de lujo entonces sí. (Es como las casas representativas: antes se decían que eran singulares, pero como a casi nadie le gusta ser el raro de la ciudad resultaba difícil venderlas.)
- Los vendedores mentimos más que un concejal, los clientes lo saben, y sin embargo al final terminan comprando. Supongo que es por esa imperiosa necesidad de creer. «Oiga, ¿no me dijo que los tabiques eran de ladrillo? Aquí en la memoria de calidades pone que pladur...» «Noooo: será un error.» «¿Seguro?» «Segurísimo: ¡mire, mire!», exclamo golpeando fuertemente la pared y arrancándole ecos metálicos. Y esto en el piso piloto, donde ya se sabe que cualquier parecido con la realidad...
- Antes las inmobiliarias vendían casas. O pisos, o chalés. Ahora no. Ahora venden visión de futuro, ilusiones, estilo, sueños o prestigio.
- Las abreviaturas de los anuncios. Me matan, de verdad. a/a (aire acondicionado), a/e (armario empotrado), c/c (calefacción central), c/i (calefacción o caldera individual), p/g (plaza de garaje), p/f (portero físico), b/c (¿biblioteca circular o baño completo?), z/v (¿¡zorrón verbenero!?, no: zonas verdes), etcétera, etcétera.
- El empeño de la práctica totalidad de los clientes por regatear, como en un mercadillo callejero y cutre. Por supuesto, esto hace que de oficio los precios estén inflados a priori. La pregunta clave es: ¿cuánto? Y la respuesta, evidentemente: bastante más que el 90% de las rebajas que se hacen.
Estas reflexiones vespertinas terminan por darme sed, así que cojo el teléfono y marco su extensión:
―Carla, ¿podrías traerme un Vivalto de la Nespresso?
―Mira, Suso: que te folle un pez ―y cuelga de mala manera.
―Pues más o menos ―murmuro para mí.
Comentarios:
<< Inicio
Me parece estupenda tu bitacora. No he buceado mucho por ella, pero lo haré. Si que es verdad que el mercado inmobiliario apesta (te recomiendo leer un artículo que publiqué en mi bitacora titulado Arquitectura Cutre-Luxe), pero el pladur es un material que resuelve bastante bien temas de tabiquería y acabados, sobre todo en rehabilitaciones. Este material también se utiliza mucho, la mayoría, en edificios públicos donde la variación de uso, ampliaciones y demás, encuentran en el pladur un material ideal por su economía y su fácil montaje y desmontaje. Pero una cosa es cierta, en mi casa no quiero pladur, donde se ponga una buena pared de ladrillo doble hueco del 7 que se quite todo lo demás.
Un saludo y gracias por enlazar con mi bitacora aunque sea sólo por tu rechazo al pladur.
Publicar un comentario
Un saludo y gracias por enlazar con mi bitacora aunque sea sólo por tu rechazo al pladur.
<< Inicio